Ventana "U"

Una vieja batalla: los orígenes de la lucha por el presupuesto universitario.

Carlos Garita
Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales
Estudiante de Historia y de Administración de la Educación No Formal
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

Imagen 1, 2 y 3: La República. 28 de febrero de 1961.
Imagen 4: Venegas Arias, R. Á. (2018). “Un acercamiento a los valores patrimoniales del edificio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Costa Rica”. REVISTARQUIS, 7(1).  

En años recientes, la contienda por el presupuesto universitario ha teñido la cotidianidad de los centros públicos de educación superior en el país. Para la Universidad de Costa Rica (UCR), esta ha sido una lucha histórica contra su reducción en varios gobiernos, a lo largo de los últimos 80 años.

El presente artículo aborda los inicios de esta batalla en las primeras décadas de vida de esta casa de estudios. Se pretende realizar un acercamiento que muestra la antigüedad de la pugna por el presupuesto universitario y resaltar la necesidad de continuar la lucha por una educación superior abierta y de calidad.

Malos augurios en el nacimiento de la UCR

La apertura de una nueva universidad, esperada por décadas, tuvo lugar en un momento de intensa vida política para el país. La ceremonia inaugural dio cuenta de las grandes aspiraciones y esperanzas que traía consigo el nuevo centro de estudios.

No obstante, el nacimiento de la UCR estuvo marcado por la timidez y la debilidad. La falta de edificios propios, así como la poca cohesión existente entre las antiguas escuelas profesionales, hicieron que la vida universitaria se tornara compleja en ocasiones.

En el aspecto económico, la UCR contaba con serias limitaciones al depender del presupuesto que obtenía del gobierno. El monto de la dotación económica no se encontraba especificada, por lo cual su asignación obedecía a la buena voluntad del Poder Ejecutivo.

Paralelamente, se obtenían ingresos a partir de impuestos a herencias y a vuelos aéreos. Por lo anterior, la importancia del pago de la matricula por parte del estudiantado era indispensables para el funcionamiento de la Institución. La posibilidad de contar con una beca era limitada; por eso, muchas veces las personas de bajos recursos encontraban truncada la aspiración de contar con formación universitaria.

En los primeros años de la UCR, la injerencia del gobierno de turno era directa, ya que el secretario de educación (equivalente al actual puesto de ministro) era también el rector de la Universidad. Esto no implicaba un beneficio para esta casa de estudios, pues su presencia se traducía en el apego a las directrices del Ejecutivo y, por ende, limitaba la canalización de las inquietudes universitarias que pudieran existir.

Aunque en la segunda mitad de la década de 1940 desapareció la figura del ministro-rector, la carencia presupuestaria seguía afectando iniciativas como la construcción de una radioemisora universitaria; inclusive, debieron pasar más de diez años para que una idea como los Estudios Generales pudiera ser materializada.

Mendigar para construir

En el decenio de 1940, la construcción de los primeros edificios de la UCR en el barrio González Lahmann (actual Corte Suprema de Justicia) implicó la lucha constante por financiar las obras. Es necesario recordar que este era un contexto complejo para el país, pues la influencia de la Segunda Guerra Mundial había afectado diferentes áreas de la economía costarricense.

A pesar de las adversidades, la Institución decidió continuar con la construcción de su primer edificio. Inicialmente, este sería financiado por el Banco Nacional de Seguros (actual Instituto Nacional de Seguros). Sin embargo, los altos costos constructivos, así como las deficiencias demostradas por la empresa encargada del proyecto, produjeron que los recursos de este primer préstamo se agotaran rápidamente.

El apoyo de los gobiernos de turno fue limitado, pues fue reducido al otorgamiento de Bonos de la Defensa, en otras palabras, documentos que garantizaban el eventual pago de un monto económico a quien los poseyera. Por este motivo, la UCR se vio en la necesidad de buscar otras fuentes de financiamiento y tocar las puertas de pequeñas instituciones financieras con el fin de satisfacer requerimientos específicos de las obras. Al mismo tiempo, fue hipotecado el edificio de la antigua Universidad de Santo Tomas, el cual había sido cedido a la nueva casa de estudios como parte de su patrimonio inicial.

Estas acciones, aunque necesarias, implicaron un importante riesgo para la joven universidad. El alto nivel de endeudamiento podía significar la intervención de agentes externos, tales como las instituciones financieras, en los intereses de la Institución.

Los años de la década de 1950 traen una mejoría

La década de 1950 trajo consigo un cambio de modelo social, político y económico. Las nuevas elites en el poder vieron en la educación universitaria un medio más para encausar un cambio en la economía nacional, al contar con personal capacitado en áreas de interés como la industria.

Esto produjo que la inversión presupuestaria realizada por el Poder Ejecutivo se multiplicara, lo cual posibilitó el desarrollo de algunos proyectos, por ejemplo, la construcción de la Ciudad Universitaria. Esto entraba en sintonía con un nuevo modelo de universidad, dirigido por las personas que integraban el Consejo Universitario.

Como resultado de esta integración de factores, la UCR pudo lograr un ritmo de crecimiento continuo; anualmente, se inauguraban edificios, se transformaban planes de estudio y se abrían posibilidades de participar en la vida cultural del país.

Lo anterior fue posible gracias a las buenas condiciones económicas globales; por ejemplo, productos como el café gozaban de buen precio. La dotación de recursos por parte del gobierno seguía sin estar delimitada, por lo cual ‒ante una situación de crisis‒ el presupuesto universitario podía ser sacrificado.

No obstante, esto no significa que los resultados de esta década hayan sido únicamente positivos, pues el crecimiento de la matrícula, aunque constante, tenía alcances muy limitados. Aún, era reducido el número de personas que podían acceder a la educación superior.

La década de 1960 y el retorno de las necesidades económicas

Si bien es cierto, la década de 1950 dejó a la UCR con un panorama optimista, el siguiente decenio trajo consigo mayores limitaciones económicas. Un panorama económico mundial poco alentador, así como la llegada al poder de un gobierno menos interesado en el crecimiento del Estado, hicieron que disminuyeran los recursos financieros para esta casa de estudios.

Esta situación entró en su punto crítico durante el año de 1961, cuando los atrasos del gobierno en la entrega del presupuesto universitario provocaron que lo salarios de los docentes y del personal administrativo no pudieron ser pagados por varias semanas. El descontento no se hizo esperar por parte de los decanos y decanas, quienes demandaron respuestas prontas a esta problemática. Por consiguiente, la UCR se vio en la necesidad de cabildear con diferentes ministros e ‒inclusive‒ con el presidente de la República, para salir de una crisis que podía tornarse riesgosa.

Aunque este escenario fue superado, permaneció la idea de que los malos momentos se encontraban al asecho. No obstante, esto no impidió que la Institución continuara con ambiciones como la regionalización de los estudios universitarios y el aumento en la cantidad de estudiantes.

Continuar la lucha heredada

La consolidación de la UCR es hoy una realidad. A pesar de esto, la necesidad de luchar por un mejor presupuesto continúa, en momentos en que se vuelve imprescindible abrir las aulas de la Institución a una mayor cantidad de personas. Al mismo tiempo, resulta necesaria la apertura de canales de comunicación con la sociedad, con el propósito de comunicar el impacto que genera esta institución dentro y fuera del país.

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