Ventana "U"

Creciendo entre desafíos: la UCR en la década de 1960

Lic. Carlos Garita Víquez
Asistente del Museo UCR
Historiador, docente y administrador de la Educación no formal

Vista aérea de la Ciudad Universitaria, en la década de 1960. Fuente: AUROL

En 1960, la Universidad de Costa Rica (UCR) celebró 20 años de su creación. Aunque joven, ya no era la inestable institución que años atrás temió por su supervivencia. En este artículo, se hace un repaso por las luchas que experimentó el estudiantado universitario, durante la década de 1960, en medio de desafíos que enfrentaba dicha casa de estudios.

La universidad que crecía lentamente

La sociedad costarricense se encontraba en plena transformación al llegar el decenio de 1960. Pocos años antes, el crecimiento poblacional había logrado un hito al nacer la persona costarricense número un millón (1 000 000).

Lo anterior impuso un desafío para el sistema educativo costarricense, pues era necesario una mayor cantidad de instituciones que pudiesen atender más personas. La UCR no escapó a este panorama; previo al curso lectivo de 1962, poco menos de 2000 personas realizaron el examen de admisión. La Universidad ‒acostumbrada a admitir anualmente cerca de 1000 personas‒ se vio en apuros para abrir 240 nuevos cupos.

A pesar de que escaso tiempo atrás había estrenado nuevas instalaciones, estas fueron insuficientes frente a la nueva demanda de espacios de estudio. Incluso, en ese contexto, fue barajada la posibilidad de convertir oficinas en aulas dentro del edificio de la Facultad de Ciencias y Letras (actual casa de la Escuela de Estudios Generales).

Como resultado de estas medidas, el número de personas por grupo se incrementó, lo que pudo conllevar retos en la dinámica de clase, pues la persona docente debía atender a una mayor cantidad de estudiantes. No obstante, todo esto mostraba el valor social que la UCR había adquirido en el contexto costarricense.

Un contexto internacional apremiante

Los años de la década de 1960 son símbolo del agravamiento en las tensiones por la guerra fría. Este conflicto trajo consigo proyectos trasnacionales, como la Alianza para el Progreso o la Agencia de E.E.U.U. para el Desarrollo Internacional (A.I.D.). Se buscaba de esta manera financiar países en vías de desarrollo y limitar las posibilidades de brotes revolucionarios, los cuales no eran del agrado de Estados Unidos.

La UCR no se mantuvo al margen de dichas alianzas, pues estas iniciativas internacionales fijaron su atención en las universidades centroamericanas, al ofrecerles apoyo económico en un momento en que escaseaban los recursos financieros. Es así como en 1962 se firma un acuerdo entre la A.I.D. y el Consejo Superior Universitario Centroamericano, el cual se establecía como las universidades del istmo usarían los recursos otorgados por esta agencia para el desarrollo de áreas específicas como: Biología, Física, Química y Matemática, las cuales se consideraban como prioritarias para el desarrollo económico de los países de Centroamérica.

Estudiantes caminan por la Ciudad Universitaria, durante la década de 1960. Fuente: AUROL

En consecuencia, no todas las unidades académicas pudieron acceder a dichos beneficios. Esto se pudo traducir en disparidades en cuanto al mejoramiento de las condiciones del estudiantado, pues facultades como Bellas Artes se mostraban en desventaja dentro de esta dinámica.

Además, en aquellos años, la región centroamericana fue azotada por diversos gobiernos autoritarios, algunos de los cuales tomaron el poder por medio de golpes de estado y violencia política. En concreto, casos como el guatemalteco revelaron la brutalidad que podía ser ejercida contra las instituciones de educación superior. En 1962, fueron asesinadas varias personas estudiantes que pertenecían a la Universidad de San Carlos.

Nuevamente, la integración universitaria regional desempeñó un importante papel, pues la UCR ‒junto con otras universidades centroamericanas‒ se pronunciaron fuertemente contra aquellos hechos. Este pronunciamiento fue acogido y replicado por el estudiantado universitario, el cual no se mantuvo ajeno a esta situación.

Conflictos excepcionales y luchas cotidianas

Durante los años del decenio de 1960, las luchas estudiantiles no cesaron. Específicamente, en 1960, las personas estudiantes de la Facultad de Farmacia declararon una huelga a raíz de lo que consideraban malos tratos por parte de un profesor suplente. En la resolución de este conflicto, tuvieron que intervenir distintas autoridades universitarias. Así, se llegó al acuerdo de finalizar anticipadamente las materias que impartía este docente, pues sus relaciones con el estudiantado se mostraban inviables.

En 1962, el director del Liceo Luis Dobles Segreda se quejó ‒por medio de una carta‒ de un grupo de personas estudiantes universitarias que habían llegado a este colegio para protestar por la expulsión de unos colegiales. Esto no fue del agrado de las autoridades de la UCR, pues estas buscaban mantener la imagen de un estudiantado homogéneo y disciplinado, en tiempos en que los conflictos universitarios solían ser de interés para la prensa.

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