Ventana "U"

Frecuencias de la discordia: el día que la Radio Universitaria fue silenciada

Carlos Garita
Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales
Estudiante de Historia y de Administración de la Educación No Formal
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

Foto 1: "Cierran Radio Universitaria". La República. 29 de marzo de 1960, p. 1.
Foto 2: "Cerrarán emisoras culturales". La República. 30 de marzo de 1960, p. 1.
Foto 3: "Cerrarán emisoras culturales". La República. 30 de marzo de 1960, p. 3.

El artículo que a continuación se presenta invita a realizar un viaje a una época distante, donde las estaciones de radio eran los medios de comunicación con mayor audiencia en el país. A la persona lectora, se le ofrece conocer la forma en que las radioemisoras se relacionaban entre si y cómo esto implicaba una férrea competencia en algunos casos.

El adentrarse en este proceso permitirá observar la manera en que la radio de la Universidad de Costa Rica (UCR) pudo consolidarse en medio de un ambiente con conflictos de intereses. El conocimiento de estas tensiones sirve de prisma para observar la función social que esta casa de estudios ha desempeñado en la realidad nacional.

La competencia que flotaba en el aire

Para un gran número de personas, la radio ha sido un elemento habitual; se puede encontrar en teléfonos inteligentes, automóviles y equipos para la reproducción de música. Sin embargo, la experiencia de usar esos dispositivos no siempre fue como se le conoce actualmente.

En la década de 1950, encender una radio significaba acceder a un universo de contenidos donde coexistían música, noticias y actuaciones sonoras. Para ese momento, la radiodifusión era el principal medio de entretenimiento en los hogares costarricenses, pues aún no habían arribado los televisores al país, tecnología que se asomaba tímidamente en un horizonte cercano.

Al sintonizar una estación, las opciones eran variadas, ya que convivían radioemisoras de larga trayectoria con algunas más jóvenes. No obstante, estas se podían dividir en dos grandes grupos: las estaciones comerciales y las que no tenían fines de lucro.

En el ambiente de la radio comercial, se podía observar una aguda competencia, pues los anunciantes preferían pautar con las emisoras de mayor audiencia a nivel nacional. Esto hacia que abundasen concursos que interactuaban con las novedades del radioteatro; y los noticiarios se esforzaban por traer las primicias de la Guerra Fría y cubrir sucesos como la epidemia de poliomielitis.

En cambio, las estaciones sin fines de lucro establecían lazos de apoyo. Por ejemplo, la emisora Faro del Caribe ofreció su ayuda a la Radio Universitaria, cuando esta apenas daba sus primeros pasos.

Los 850 A.M.: un lugar muy conveniente

El Estado no se mantuvo al margen de estas disputas; desde el Departamento de Control Nacional de Radio, buscó regular el uso de las frecuencias. En 1958, esto llevó a un nuevo ordenamiento de la banda A.M. (amplitud modulada), con lo cual se buscaba que las estaciones estuviesen separadas y ‒así‒ no existieran interferencias entre unas y otras.

Sin embargo, no todas las frecuencias tenían el mismo valor para las radioemisoras. Las franjas que iban de los 800 a 900 kc eran sumamente codiciadas. Justo en el medio de esta última se encontraba la frecuencia asignada a la Radio Universitaria: 850 A.M. Esto implicaba un espacio muy ventajoso dentro de la sintonía nacional, pues se encontraba en medio de radioemisoras comerciales de gran renombre.

Esto causó sorpresa entre las emisoras nacionales, pues tradicionalmente las estaciones con temática cultural se ubicaban en rangos de menor importancia. Inclusive, en 1959, el representante de “Radio Atenea” envió una carta a la UCR, en la cual ofrecía una donación de 2 000 colones a cambio de que la emisora universitaria se movilizara a otra frecuencia sin tanto valor comercial. La oferta fue rechazada de inmediato.

La UCR supo comprender la ventaja que esto implicaba, pues los contenidos producidos por su emisora lograrían un mayor alcance y difusión. La estación que había empezado en un sótano, ahora se encontraba consolidada y en constante innovación, razón por la cual desarrollaba programas de mayor calidad.

Del silencio a la justicia

En los primeros meses de 1960, la ambición de contar con la frecuencia radial de la UCR llevó a un nuevo nivel de pugna, cuando la estación “La Voz del Trópico” comenzó a interferir directamente la señal de radio de la emisora académica. Aunque esta no era la primera vez que ocurría, en esta oportunidad, la intrusión fue total, al punto que la Radio Universitaria tuvo que cesar sus emisiones.

Esto no solo implicaba la violación del derecho constitucional a la libertad de expresión, sino también una clara falta ante el ordenamiento radial que poco antes se había implementado. De esta manera, después de 10 años de emisiones, por primera vez los micrófonos universitarios eran obligados a guardar silencio.

Las reacciones ante esta obstrucción no se hicieron esperar, pues pocos días después fue noticia en medios nacionales. Inclusive, otras emisoras sin fines de lucro, como “Faro del Caribe” y “Radio Fides”, detuvieron sus transmisiones en solidaridad con la estación de la UCR.

Al final, el Departamento de Control Nacional de Radio intervino mediante una inspección en las instalaciones de “La Voz del Trópico”, donde pudo comprobar la interferencia que había silenciado a la estación universitaria. Ante la evidencia, procedió cautelarmente a retirar del aire a dicha radioemisora para que la radio de la UCR pudiera continuar sus programas con normalidad.

El reto de criticidad

Desde su visión humanista, la UCR ha realizado propuestas críticas e innovadoras de cara a la realidad social del país, a lo largo de los años. Estas no necesariamente son comprendidas por los intereses económicos que únicamente buscan el lucro, como quedó evidenciado en aquel episodio de 1960.

No obstante, esta función social debe ser sostenida a largo plazo. Gracias a esta se nutre no solo la formación del estudiantado, sino también la construcción de una sociedad más justa y equitativa, al dar oportunidades a poblaciones diversas desde sus sedes y recintos a lo largo y ancho del país.

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