Museo de Insectos de la UCR preserva colecciones referentes para la historia natural

Tatiana Salazar Valeciano
Bachiller en periodismo, Universidad de Costa Rica
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

El Atrypanius implexus es uno de los ejemplares que puede observarse en la colección. Fotografía: Humberto Lezama.

  • Museo cumple 60 años de brindar información sobre el estudio de los insectos del país.

Cerca de 16 colecciones de carácter científico del Museo de Insectos son las encargadas de albergar gran cantidad de ejemplares que se emplean con fines de estudio, de consulta y de investigación.

El Museo de Insectos destaca por resguardar la riqueza de los insectos de Costa Rica y de otras zonas del mundo. Sus colecciones representan la biodiversidad y la historia natural del país; además, son una herramienta para muchos campos de estudio alternos, como la entomología médica veterinaria y el campo agrícola.

“Los especímenes de estas colecciones se pueden considerar de referencia histórica, ya que llegan a tener incluso más de 50 años de haber sido recolectados, inclusive por Álvaro Willie, fundador del museo hace 60 años”, explicó el doctor en entomología Manuel Solís.

La variedad de insectos en el país ha sido un impulso para que el Museo se esfuerce en clasificar las especies y elabore colecciones que preserven los ejemplares disponibles. Incluso, estas colecciones se mantienen de manera constante en un proceso en el que se incorporan nuevos ejemplares.

La cantidad de especímenes no se precisa con exactitud, pues el objetivo principal de su curador es mantenerlos en óptimas condiciones.

“Las colecciones que tenemos, si las ponemos en el contexto de amplitud, superan a todas las demás colecciones combinadas. En una sola gaveta de un gabinete, yo puedo tener 50 o 60 y el gabinete tiene 24 gavetas”, comentó Humberto Lezama, curador del Museo.

La llegada de ejemplares a la colección se da por medio de investigadores, las actividades que realizan estudiantes universitarios y con donaciones de particulares. Estos últimos, realizan consultas sobre algún insecto y, en ocasiones, han generado la documentación de casos importantes de alguna especie. Sin embargo, debido a los cuidados que requiere cada insecto, se priorizan los recolectados por profesionales. “Desde el momento que usted recolecta los insectos ya empieza la conservación”, comentó Lezama.

A continuación, se explica parte del proceso que conlleva añadir un nuevo ejemplar a una colección.

Alurnus ornatus es una especie que se encuentra en Colombia, Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Fotografía: Humberto Lezama

El insecto ‒tras su recolección‒ se mantiene en un tubo con papel y acetato de etilo; posteriormente para su preservación, este se debe congelar. Esto permite que su manipulación sea más sencilla y segura, pues el insecto se mantiene suave y así se pueden acomodar las patas, las antenas y demás partes.

También, el insecto debe ser atravesado con un alfiler entomológico; esta es una forma de conservación para ser manipulado, pues al hacerlo con la mano se pueden quebrar las patas o partes de su estructura.

Además, en ocasiones para poder colocar los especímenes, es necesario lavarlos porque tienen residuos de plantas, frutos, polen y néctar, los cuales propician hongos. El lavado se efectúa de manera suave, con agua tibia y jabón para manos. Su secado es un proceso sumamente cuidadoso, se realiza con papel toalla. Una vez que se han secado, se retiran con el alfiler y se les coloca una etiqueta con los datos de localización para darle valor científico.

Para colocar los insectos, se presta especial atención en la forma de acomodar las extremidades: las patas y las antenas; lo prioritario es que el montaje del organismo sea visible y que no se vaya a romper.

Finalmente, cada insecto se coloca en cajas especiales para su conservación. Esto es para evitar tocar directamente los especímenes y -así- no dañarlos.

Barytopus lunulatus  es un espécimen que se ha encontrado en Puntarenas, Limón, Guanacaste y Alajuela. Fotografía: Humberto Lezama

Para establecer un vínculo con la población, parte de estas colecciones se exponen en el Museo de Insectos, ubicado en el sótano de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. Este cuenta con la única sala de exposición abierta permanentemente al público en la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio Brenes. El objetivo es que más personas puedan incrementar su conocimiento sobre entomología.

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