Ventana "U"

A la sombra del poder: estudiantes en el Consejo Universitario, durante las primeras décadas de la UCR.

Carlos Garita Víquez
Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales
Estudiante de Historia y de Administración de la Educación No Formal
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

Las personas estudiantes dan sentido a una universidad. Desde los inicios de la Universidad de Costa Rica (UCR), estas han podido participar en la toma de decisiones; sin embargo, su papel ha ido más allá. En el presente artículo, se abordan luchas, problemáticas y preocupaciones con las que tuvieron que lidiar las personas estudiantes que formaron parte del Consejo Universitario de esta casa de estudios.

¿Estudiantes con voz y voto?

Desde sus inicios, la UCR ha tenido entre sus autoridades universitarias a estudiantes. En la fotografía que ilustra este artículo, se puede observar a una representante estudiantil, a mediados de la década de 1940. Es posible preguntarse: ¿por qué aquello era tan importante desde la creación de esta casa de estudios?

La respuesta a esta interrogante puede encontrarse en el Manifiesto Liminar de Córdoba, documento surgido en Argentina, en 1918. Entre otros aspectos, este permitió la conquista de la autonomía universitaria, pero también la búsqueda de formas de gobierno más participativas dentro de las universidades. Por este motivo, no es de extrañarse que en la ley de creación de la UCR se mencione la existencia de dos representantes estudiantiles dentro del Consejo Universitario, órgano que define las políticas y fiscaliza la gestión de la UCR.

Esta forma de representación no era antojadiza. En realidad, respondía a una estructura propia; en cada facultad existían estudiantes que formaban parte de sus asambleas. En su conjunto, estas personas delegadas formaban el Consejo Estudiantil Universitario, el cual se financiaba con el arrendamiento del espacio para la “soda”, en el primer edificio que tuvo la Universidad.

La inestabilidad y el tímido crecimiento que vivió la UCR en su primera década, repercutió en un papel débil para las personas estudiantes que eran parte del Consejo Universitario. No obstante, conforme esta casa de estudios se consolidó en el decenio de 1950, la participación de estas personas delegadas fue creciendo, al punto de formar parte de comisiones dentro dicho órgano y tomar decisiones, tales como nombramientos del personal de la institución.

La Ciudad Universitaria, durante la década de 1950. Fuente: AUROL

Con las preocupaciones del estudiantado en las manos

La presencia juvenil en el Consejo Universitario buscaba dar voz a los retos y problemáticas que estas personas podían tener dentro de su formación. Pero, ¿cuáles eran las preocupaciones que llevaban las representaciones estudiantiles? Durante la década de 1940, estas se centraron en temas meramente educativos, por ejemplo, sobre los exámenes a realizar.

En la década de 1950, aparecieron nuevos intereses. En ocasiones, existía la posibilidad de realizar viajes con fines académicos, los cuales no podían ser costeados por las personas estudiantes. Por eso, recurrían a dicho órgano para solicitar ayuda económica e ‒inclusive‒ pasaportes oficiales.

Las huelgas estudiantiles no estuvieron ausentes en las primeras décadas de la UCR. En los decenios de 1940 y 1950, temas como la elección de una decanatura o la probable aprobación de leyes que afectaran el ejercicio profesional llevaron al paro del alumnado. En aquellos momentos, las representaciones estudiantiles se convertían en el canal de comunicación para que los estudiantes pudiera transmitir sus demandas.

Nora Ovares Salazar, representante estudiantil, destaca entre los miembros del Consejo Universitario en 1944. Fuente: AUROL

Otras de las preocupaciones del estudiantado era conseguir un espacio para actividades como el baile universitario, actividad en la cual las decanaturas solían ayudar. Además, quienes representaban al alumnado llegaron a alarmarse por la injerencia en el movimiento estudiantil de agrupaciones ajenas, como la Juventud Universitaria Católica, organización que pugnaba por la construcción de una capilla en la nueva Ciudad Universitaria.

Las responsabilidades que debían ser asumidas

Los escándalos a raíz de algunas actuaciones del alumnado no escasearon en estas décadas. En ocasiones, los bailes y las fiestas estudiantiles daban lugar a hechos reprochables para las autoridades universitarias del momento.

En 1956, un grupo de estudiantes de derecho irrumpieron en un baile organizado por estudiantes de Filosofía y Letras y causaron daños en este. La noticia rápidamente llegó al Consejo Universitario, donde las personas representantes tuvieron que abogar para que los culpables recibieran sanciones menores, pues se exponían ‒inclusive‒ a una expulsión. El castigo no pudo evitarse, aunque fue menor a lo esperado.

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