Ventana "U"

En busca de la luz: la construcción del edificio de la Escuela de Estudios Generales

Carlos Garita
Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales
Estudiante de Historia y de Administración de la Educación No Formal
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

Imagen 1: El arzobispo de San José, Ruben Odio, bendice el nuevo edificio, rodeado de los decanos y decana de la Universidad de Costa Rica. Marzo, 1957. Fuente: Aurol.
Imagen 2: Asistentes a la inauguración del edificio de la entonces Facultad de Ciencias y Letras. Marzo, 1957. Fuente: Aurol. 
Imagen 3: El rector Rodrigo Facio pronuncia el discurso inaugural rodeado de los decanos y decana de la Universidad de Costa Rica. Marzo, 1957. Fuente: Aurol.   

La década de 1950 trajo varios cambios a la Universidad de Costa Rica (UCR): nuevos programas de estudios, carreras y edificios. No obstante, entre estas transformaciones, sobresalió la construcción de un espacio que aún perdura en la memoria de muchas personas: el edificio de la Escuela de Estudios Generales, un referente dentro de la imagen de esta Universidad.

El presente artículo aborda su construcción, no solo desde una perspectiva arquitectónica, sino también académica, como un lugar que ayudó a configurar la forma de la actual educación superior costarricense. Se espera que este sea el primer acercamiento al 65 aniversario de la apertura de los Estudios Generales.

El origen de los estudios generales

Para quienes aspiraron y aspiran ingresar a una carrera en la UCR, el primer paso ha sido cursar las materias ofrecidas por la Escuela de Estudios Generales. Esta es la puerta por la que cientos de estudiantes han entrado a una nueva fase en su vida académica y en el desarrollo de sus intereses vocacionales.

Sin embargo, dicho grupo de asignaturas no fueron parte de la Universidad en un inicio. Cuando se dio la apertura de esta casa de estudios, el interés era consolidar una institución que había nacido dispersa entre las antiguas escuelas profesionales, órganos que en muchos casos continuaban actuando de forma individual.

En 1946, durante el primer Congreso Universitario, una de las principales preocupaciones fue la falta de cohesión interna. Personas como Enrique Macaya Lahmann y Abelardo Bonilla Baldares aprovecharon la ocasión para proponer un ciclo común de estudios, donde el estudiantado pudiera adquirir conocimientos más allá de su área profesional. A su vez, esto le brindaría unidad a la institución, pues por primera vez todas las personas estudiantes estarían vinculadas a un espacio en común.

Si bien es cierto, el Congreso Universitario aprobó esta medida, tuvieron que pasar varios años antes de que pudiese ser materializada. Los primeros pasos en esta dirección fueron dados a inicios del decenio de 1950, al constituirse una comisión que dio forma y fondo a la iniciativa. Lo anterior era parte de un ambicioso plan que buscaba crear una facultad donde tuviesen cabida las carreras de Ciencias y de Letras bajo una misma dirección.

A pesar de este nuevo impulso, el reto seguía siendo mayúsculo, pues el nuevo bloque común implicaba realizar adaptaciones en los planes de estudios de todas las carreras ofrecidas hasta ese momento por la UCR. Después de sendas discusiones, al finalizar 1956, se contó con los elementos suficientes para comenzar con esta trasformación, aunque se carecía de un edificio que acogiera todas estas ambiciones.

El nacimiento de un símbolo

Las transformaciones que experimentó la UCR, durante la década de 1950, no fueron únicamente académicas, pues durante este periodo se concretó la construcción de la Ciudad Universitaria, idea gestada desde años antes. Si bien es cierto, las facultades de Agronomía e Ingeniería fueron las primeras en alojarse en este espacio, rápidamente el edificio de la Facultad de Ciencias y Letras (actual edificio de Estudios Generales) se volvió prioritario dentro del orden de las edificaciones.

Su diseño inició en enero de 1955 y comenzó a construirse en diciembre de ese año. Con un presupuesto que rondaba los dos millones de colones, pudo ser considerado como una obra de gran envergadura; superaba el costo de otros edificios, como el de la Escuela de Química y el de la Facultad de Microbiología.

Sus dimensiones, notablemente amplias para la época, no eran fruto de la casualidad, pues ya era notorio el crecimiento poblacional que enfrentaba el país. Este aumento de personas provocó que se instauraran los primeros exámenes de admisión ante las limitaciones de cupos para recibir nuevas personas estudiantes.

Durante la década de 1940, la UCR había tenido serios problemas constructivos con las edificaciones que se habían realizado en el barrio González Lahmann, razón por la cual el diseño y la calidad constructiva fueron elementos de gran interés. De esta forma, las obras del nuevo edificio fueron confiadas a dos empresas constructoras mediante licitación para apegarse al presupuesto trazado.

Especialmente, el diseño arquitectónico del edificio de Estudios Generales buscaba la funcionalidad, al albergar la mayor cantidad de aulas y espacios comunes. Además, contempló la integración de un amplio auditorio, el cual ha sido escenario de la vida cultural de esta universidad.

La ansiada inauguración

La inauguración de este edificio implicaba no solo abrir nuevas aulas, sino también materializar la reforma institucional que llevaba gestándose por varios años en el Consejo Universitario. Sin embargo, es interesante preguntarse: ¿Cómo fue este evento? ¿Dónde tuvo lugar? ¿Quiénes asistieron? ¿Cómo fue el discurso inaugural?

La ocasión tuvo lugar el lunes 4 de marzo de 1957, al iniciarse el curso lectivo. El espacio para los personajes políticos y académicos fue habilitado a un lado de la actual cafetería. Frente al estrado, sobre la explanada del pretil, se ubicó al resto de las personas invitadas a la actividad.

El buen clima colaboró para que la convocatoria trascurriese sin dificultades. Los asistentes pudieron recorrer la nueva obra; valía la pena hacerlo, pues era la primera vez que un edificio educativo superaba los tres pisos de altura.

No obstante, el plato fuerte del día fue las palabras de Rodrigo Facio Brenes, rector de la Universidad, quien supo advertir que dicha celebración iba más allá de lo material, pues implicaba un cambio en el modelo de universidad. Desde la visión del entonces rector, la inauguración de este edificio significaba una nueva era, lejana de la improvisación que caracterizó a los primeros años de esta casa de estudios. Facio puso un especial acento en el interés de construir una universidad capaz de formar de la mejor manera a las personas que pasaban por sus instalaciones.

“El edificio del girasol” perdura en el tiempo

Más de seis décadas han pasado desde aquel día, tiempo en el cual el edificio Enrique Macaya Lahmann ha desempeñado un papel fundamental en la vida universitaria. Los cambios estéticos han hecho de su fachada un emblema de la UCR con el característico girasol, el cual es un punto de referencia del campus.

Este girasol no es únicamente un elemento decorativo, recuerda la necesidad persistente por buscar la luz. Una luz que se manifiesta en el pensamiento crítico y reflexivo que debe caracterizar la participación de esta universidad dentro de la sociedad costarricense.

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