Ventana "U"

El aula ha sido abierta: papel educativo de la Radio Universitaria

Carlos Garita
Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales
Estudiante de Historia y de Administración de la Educación No Formal
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

Foto 1: Archivo de la Radio Universitaria. Fuente: AUROL.
Foto 2: Profesorado de Estudios Generales. De izquierda a derecha: “Roberto Saumells Panadés (filósofo y matemático, España), Rafael Obregón Loría (historiador), Carlos Monge Alfaro (historiador, Secretario General), Claudio Gutiérrez Carranza (filósofo, Oficial Mayor), Salvador Aguado Andreut (filólogo, España), Julio Heise González (historiador, Chile), Enrique Macaya Lahmann (abogado y filólogo), Carlos Alberto Caamaño Reyes (filólogo), Archie Fairly Carr Jr. (zoólogo, EE.UU.), Rodrigo Facio Brenes (economista, Rector), Rafael Lucas Rodríguez Caballero (botánico), Guillermo Chaverri Benavides (químico), Constantino Láscaris Comneno (filósofo, España), Rodolfo José Pinto Echeverría (profesor de latín), Gustavo Santoro Pirrongelli (sociólogo, Italia), José Joaquín Trejos Fernández (economista y matemático) y Antonio Balli Pranzini (zoólogo, Italia). Fuente: AUROL.

A finales de la década de 1950, la voz de un profesor universitario causaba expectación en buena parte del país. La figura de Constantino Láscaris Comneno quedaría grabada en la memoria de muchas personas como un puente hacia el mundo de las letras.

La Universidad de Costa Rica (UCR) ha desempeñado un papel que trasciende la formación de las personas que pasan por sus aulas. Su influencia cultural es notable; ha desempeñado su rol educativo desde otros ámbitos, tal es el caso de la radiodifusión. En el presente artículo, se propone adentrase en el proceso que consolidó este medio de comunicación como un aula sin paredes, en la cual cientos de personas han podido encontrar información fresca y certera.

Construir una universidad más allá del cemento y del ladrillo

Al finalizar el curso lectivo de 1954, el rector Rodrigo Facio Brenes reflexionó sobre la juventud de la UCR y cuáles eran, desde su visión, los principales retos que esta casa de estudios tendría que enfrentar en un futuro próximo. Además, consideró con franqueza el poco sentido que tenía comparar a la Institución con sus homólogas europeas, dada la experiencia y trayectoria que estas últimas tenían.

Estas palabras no se encontraban distantes de la realidad, pues aún era notable el peso que había dejado el no haber contado con un espacio para la educación superior por más de 50 años. Varias generaciones habían crecido sin conocer la importancia de tener una universidad en el país y observar a esta como una idea ajena, más ligada a destinos lejanos como Europa.

Por este motivo, la apertura de la UCR implicó un reto adicional: crear un vínculo con la población. El tímido apoyo que mostraron los gobiernos de la década de 1940, era un recuerdo latente sobre la necesidad de generar arraigo en el país y ‒así‒ evitar que esta casa de estudios se convirtiera en una iniciativa pasajera.

Ante las necesidades de infraestructura y presupuesto, la radiodifusión reforzó su valor como un medio directo y económico para poder relacionarse con las personas, aunque inicialmente su señal solo cubría la ciudad de San José. De esta manera, la idea de contar con una estación propia resultaba muy promisoria para las autoridades universitarias.

El reto detrás de la Reforma Universitaria

Pasaron dos años después de las palabras de Rodrigo Facio, cuando fue anunciada la Reforma Universitaria, con la cual se daba un giro notable en la estructura interna de la Institución. Esta idea no era nueva, pues varios de sus elementos, como los Estudios Generales, habían sido propuestos desde el primer Congreso Universitario, en 1946.

El concretar esta ambición implicaba un costo amplio para la UCR, dado que la creación de facultades como la de Ciencias y Letras demandaba el diseño de nuevos edificios. Para ese momento, ya se había puesto en marcha la construcción de la Ciudad Universitaria, espacio que le daría a esta casa de estudios una mayor libertad para crecer.

En esa época, el financiamiento de la Universidad dependía en gran parte de la voluntad de cada gobierno, ya que no existía un monto presupuestario definido para esta. Como agravante a esta situación, la década de 1950 estuvo aún marcada por la inestabilidad y la violencia política, producto del conflicto armado de 1948. Esto generaba la necesidad de consolidar la gran inversión que se estaba realizando.

En 1957, año en que se materializó dicha transformación, la emisora universitaria había sido trasladada a San Pedro de Montes de Oca, lo cual le permitió tener mejores instalaciones y un mayor alcance geográfico. Esto abrió la posibilidad de vincular los micrófonos académicos con los nuevos retos de la Institución.

Un aula sin paredes

Los inicios de las transmisiones con fines educativos fueron tímidos, pues se enfocaban en la conmemoración de algunas fechas con sentido cívico, en especial la del 15 de setiembre. A esto se sumaba la publicidad que se le daba a la agenda de actividades desarrolladas por la UCR, de las cuales se transmitían muy pocas.

La llegada de un mayor número de invitados internacionales a la UCR reforzó la necesidad de dar cobertura a este tipo de eventos. Esto se nota especialmente cuando en 1955 arribó el Dr. Eduardo Couture, destacado jurista uruguayo, quien generó expectación en el mundo de las leyes. Su presencia brindó una oportunidad precisa para poner en práctica una mayor difusión.

Paralelamente, surgió la iniciativa de vincular directamente a las escuelas y facultades con el quehacer de la estación; el propósito era ampliar las temáticas que podían ser divulgadas. Esto permitió que el profesorado nacional pudiera tener una mayor participación; así, resaltaron figuras como Abelardo Bonilla Baldares, Claudio Gutiérrez Carranza y Rafael Obregón Loria.

La creación de los Estudios Generales significó la llegada de docentes extranjeros, algunos de los cuales habían sido anteriormente conferencistas invitados en la UCR. Su experiencia y conocimientos eran amplios; pertenecían a diversas áreas, por ejemplo, la filosofía, la literatura y la biología. Nombres como Constantino Láscaris Comneno, Teodoro Olarte y Salvador Aguado Andreut impactaron la forma en que se impartirían las lecciones universitarias.

Dado el interés que estas figuras generaban, se comenzaron a grabar sus clases y conferencias, las cuales eran transmitidas de lunes a viernes. Si bien es cierto, esto provocó el aplauso de agrupaciones profesionales, la población ajena al espacio académico también acogió estos eventos y los siguió con interés.

Los resultados fueron positivos, pues la población pudo identificarse con la UCR y ‒al mismo tiempo‒ pudo construir algunos conocimientos. No obstante, esto tuvo un aspecto negativo, puso en un segundo plano la participación del estudiantado en la emisora.

Las viejas ambiciones se vieron materializadas

En este contexto, destaca un elemento. A pesar de que hubo un llamado a toda la Universidad para que participara de las actividades de la estación de radio, la respuesta no fue masiva, sino más bien escasa. Esto pudo deberse a que no toda la comunidad universitaria se identificó con el modelo educativo que se planteaba desde las transmisiones radiales.

Esto pone en relieve el papel que desempeñó el grupo de jóvenes intelectuales que ingresaron y comenzaron a dirigir la UCR a partir de la década de 1950. Estos, pertenecientes a varias agrupaciones políticas, creían en el papel que podía desempeñar la educación en beneficio de la población. Poseían la idea de ser los encargados de realizar esa tarea desde espacios como el universitario.

Lo anterior impactó directamente en el modelo de universidad que ha sido heredado hasta la actualidad. Por este motivo, es necesario seguir profundizando en la historia institucional y seguir buscando una mejor comprensión del pasado con el fin de encarar los retos venideros.

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