Sección especial: Volcanes

Montañas de fuego

Dr. Paulo Ruíz, especialista en vulcanología y docente
de la Escuela Centroamericana de Geología (correo electrónico: paulo.ruizcubillo@ucr.ac.cr)
Oscar Morales, estudiante de la Escuela Centroamericana de Geología

Un volcán es una abertura en la corteza por donde sale ‒a la superficie‒ material caliente, el cual proviene del interior de la tierra. Pueden ser expulsados gases, pedazos de roca (piroclastos) y roca fundida (lava). A la roca fundida, se le llama magma, cuando están dentro del volcán.

Los volcanes se forman cuando se funde roca en el interior de la tierra; entonces, al estar caliente y ser de menor densidad, asciende y se derrama sobre la corteza. La mayoría de los volcanes nace debido al movimiento de placas tectónicas. Cuando dos de estas placas se encuentran, la más densa tiende a introducirse debajo de la otra. Este proceso da origen a que se funda la roca y se generen los volcanes. El magma se acumula en un reservorio, en una región porosa de rocas conocida como la cámara magmática

También, hay volcanes que se forman en zonas donde las placas se mueven en direcciones opuestas y la corteza se adelgaza, lo cual provoca que se funda la roca bajo la superficie y ascienda rápidamente y a una alta temperatura.

Otro tipo de volcanes es el que se forma en puntos calientes, por ejemplo, en Hawaii o Galápagos. Estos se crean gracias a que la roca se funde a profundidades muy grandes y, mediante un conducto, sube aceleradamente a la superficie.

El tamaño que pueden alcanzar los volcanes varía, depende básicamente de dos aspectos: el contexto en el que se forman y de los materiales en que están constituidos.

Los volcanes contienen una gran cantidad de compuestos “volátiles” que se mantienen dentro de estos, gracias a la presión de confinamiento. Al reducirse la presión, los gases comienzan a escaparse; el vapor de agua es la porción gaseosa más abundante, aunque también contienen dióxido de azufre, cloro, hidrógeno y argón.